El tigre y el hombre

Sigiloso como una suave brisa, desliza su contorneada figura a lo largo de la llanura buscando una nueva presa entre las malezas que se funden en el ocaso; solitario por naturaleza, mantiene alerta sus sentidos y observa el terreno. La luna ilumina el corazón de las tinieblas que testifica la lucha por la supervivencia y el instinto de auto conservación que el solitario depredador desarrolló a una edad mas temprana de la que jamás hubiese podido imaginar. Su aliento todavía desprende el fuego que años atrás procuró su manutención y la protección de su descendencia ante toda amenaza.

El grado de autonomía necesario para garantizar nuestra supervivencia como adultos se hace patente en las organizaciones y fuera de ellas. Contratan para conseguir valor, trabajan para sobrevivir y se relacionan porque el esfuerzo unido y la suma de roles complementarios se funden de la misma forma que la madre naturaleza determina el ciclo vital. El principio de sinergía garantiza la superioridad en la suma de esfuerzos compartidos al resultado obtenido por separado; aconseja velar por intereses ajenos para alcanzar la implicación necesaria en la consecución de nuestros propios objetivos individuales que sin socialización y unificación de esfuerzos sería imposible.

Os deseo buena caza.